El estrés se manifiesta de diferentes maneras en nuestro organismo. Los síntomas más comunes son el dolor de cabeza o de las cervicales, fatiga y falta de concentración. Pero en nuestra boca también puede causar problemas.
Por ejemplo, puede aumentar el riesgo de halitosis, recurrencia de herpes, bruxismo, caries y hasta periodontitis.
En las dos primeras (herpes y halitosis) suelen aparecer después de un momento de mucha tensión que hace descender los niveles de nuestras defensas, por ejemplo: periodos de exámenes, las reuniones laborales o cambios en la vida doméstica como las mudanzas.
Si la causa del estrés no es controlada, la prolongada exposición de la persona a la angustia, también contribuye a aumentar el riesgo de padecer alguna enfermedad periodontal y disminuir la producción de saliva, lo que a su vez podría, junto con otros factores como la mala higiene y el consumo de azúcares, favorecer la aparición de la temida caries.
Las personas en el ajetreo constante del día a día suelen descuidar su higiene bucal, lo que deja espacio a las bacterias para crecer provocar desequilibrios en nuestra salud bucal.
Otro mal heredado del estrés es el bruxismo, que lleva a la persona a apretar o rechinar los dientes involuntariamente, normalmente cuando duerme. Esto provoca problemas en la mandíbula, hipersensibilidad dental y rotura de los dientes.